Lo primero que me vino a la cabeza fue: ¿Qué atractivo tiene Cuba más allá de sus playas exóticas y su clima tropical que pueda llamar la atención de los posibles visitantes en una feria tan importante como esta? Rápidamente, ancló en mi mente el arte. No fue difícil, y con esta idea surgieron un sinfín de referencias: un pintor que dibuja los diferentes estilos plásticos sobre la piel de una mujer que posa como lienzo vivo. Otra imagen: un vendedor ambulante que pregona sus poemas; sus productos son flores de papel con escritos de los y las poetisas que tiene Cuba. Pensé: la riqueza creativa será el valor añadido de Iré en este evento.
Pero el arte es caprichoso y los desafíos aún más. Llegó el momento de hablar del presupuesto, esa energía saturnina que baja los pies a tierra al artista. Ese momento incómodo en el que te quitas un sombrero para ponerte otro. Y, con ello, el clásico "más con menos". Se desbloqueó, cual juego de Atari, un nuevo nivel de creatividad. La verdadera creatividad. Esa que se manifiesta cuando los recursos son limitados, pero la visión sigue siendo ambiciosa. Por eso me divierte tanto esta función. Los retos son oportunidades disfrazadas, y la pregunta surgió: ¿Cómo puedo seguir aportando valor y hacer que la propuesta artística destaque entre los demás países presentes en una feria de tal magnitud?
Decidí volver a mi centro, comenzar por el inicio, centrarme en el know-how, en mi experiencia de gestionar con empatía emocional, en contar con una base de datos de talentosos artistas, en la capacidad de organización y comunicación. Fue en ese proceso de volver al centro que surgieron, de manera autónoma, los valores intrínsecos que Iré estaba aportando al evento: la capacidad de producir con excelencia a pesar de los retos, asegurando calidad en cada detalle. Desde la confección de vestuarios para los bailarines hasta la selección de los músicos y la armonía de la puesta en escena.
Luego, el gran reto: ¿Cómo presentar a la mujer cubana desde un lugar auténtico pero, al mismo tiempo, refinado y elegante? Esa parte que también le pertenece a la mujer caribeña. ¿Cómo exponer su presencia chispeante, directa y extrovertida en un espacio de entretenimiento y aportar valor?
Me dije: vamos a fusionar. Si hay algo que le encante a Iré es mezclar. Me centraré en combinar la experiencia del know-how con la elevación de la producción de vestuarios, fusionando autenticidad y refinamiento. Manteniendo la presencia corporal, pero resaltando a su vez otras cualidades: las gestualidades al hablar y bailar, la riqueza en los tonos de piel, la diversidad racial y la herencia afrodescendiente que compone el alma de Cuba. La coquetería de la mirada combinada con una propuesta musical que hace bailar y recordar. Quise que cada elemento, desde la vestimenta hasta la coreografía, transmitiera un mensaje claro: la mujer cubana es versátil, poderosa y tiene mucho más que ofrecer de lo que los clichés sugieren.
De esta manera, la respuesta del público confirmó que todo es cuestión de percepción. No se trataba solo de un espectáculo bien logrado, sino de una transformación en la manera en que se percibe la identidad cubana. El resultado fue un disfrute genuino donde todos los participantes estaban cómodos, bien representados, bien valorados.
Ese es el verdadero impacto de Iré Productions en cada colaboración: llevar nuestros valores a escenarios ajenos, abrir niveles de conciencia y demostrar que el arte es una herramienta poderosa para resignificar identidades.
En Iré Productions, creemos que el arte transforma y resignifica. Si buscas una dirección creativa que eleve tu evento y abra nuevas percepciones, conversemos.
Y vos, ¿cómo creés que el arte puede abrir caminos y transformar las oportunidades que se presentan en tu vida?